Algunos tienen la gran fortuna de tener una visión de peques y su único trabajo es no perderla, trabajar por ella si, pero el trabajo más duro es mirar hacia ella y solo vivir en consecuencia. Para otros, y diría la gran mayoría de nosotros, no tenemos esa fortuna, pasamos la gran parte de nuestra vida buscando un propósito, y lo más penoso es que ni lo sabemos. Esa búsqueda se materializa de muchas maneras, ideas locas, trabajos coherentes, carreras a medio hacer, parejas esperables, cursos sin terminar, entre otras cosas, y así pasan los años. La frustración llega, en menor o mayor intensidad… el miedo a patear el tablero, cuando hay compromisos económicos, afectivos, sociales. La vida transcurre, y esa disconformidad te sigue acompañando.